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  • Foto del escritor: 𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
    𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
  • 19 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Hoy me preguntaron qué significa el amor para mí y la verdad es que nunca me lo había puesto a pensar, o quizás sí pero siempre desde la vereda del desamor, cómo lo opuesto a algo y no como un sentimiento en sí mismo.

A lo largo de mí vida tuve varios conceptos sobre el amor y seguramente siga cambiándolos a través de las experiencias, pero recuerdo un momento en el que a esa pregunta respondía la típica frase de "el amor es una mierda".

Hoy en día me doy cuenta de lo que equivocada que estaba, pero no me juzgo por pensar así en aquel momento (todos lo hemos hecho). Ahora entiendo que el problema nunca fue el amor, sino las personas que hacen cosas "en nombre del amor", pero que éste es un sentimiento, por ende las dudas personas somos las que elegimos en qué transformar ese sentimiento, somos nosotros quien le damos valor moral a las cosas que sentimos, quienes tenemos el poder de convertir una acción en positiva o negativa.


Entonces, si tuviera que contestar esta pregunta, diría que el amor no es perfecto ni tpoco un cuento de hadas. De hecho, diría que el amor es como tener una planta que necesita ser cuidada todos los días, pero que, tanto si la regas en exceso como si la descuidas por completo, se muere.

Existen días dónde van a brotar sus mejores flores y otros en donde todo lo que crezca se marchite, pero el amor que tenés por esa planta hace que no quieras comprar otra, porque ninguna va a ser como ella.


Nadie puede discutir que en el amor no hay desencuentros, pero tampoco se puede negar lo lindo que es reencontrarse. Pero ¿sabes dónde está el amor? Está en los mates con amigos, en el abrazo de mamá, en el ronroneo de tu gato y en la cola de tu perro moviéndose sin parar. Está en la persona que te acompañe sin cortarte las alas sino morivandote a volar, está en quien no te juzga por como sos sino que te valora por ello. Está dentro tuyo y frente al espejo cada mañana también.


Ahí está el amor, dónde no se tomen recreos ni te quieran de a ratos, dónde el orgullo no pesa. Donde, a pesar de tener miedo a que te fallen, vale la pena intentarlo.



Ninhol




 
 
 
  • Foto del escritor: 𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
    𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
  • 8 sept 2020
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 8 sept 2020


Octavia Bronell

Nacimos para revolucionar el mundo luchando por nuestros derechos.


Nacimos para demostrar que podemos hacer lo mismo que un hombre, incluso mejor, y que nos paguen igual por ello.


Nacimos para poder decir lo que nos molesta aunque nos traten de locas o histéricas para invalidar nuestros argumentos.


Nacimos para poder hablar por horas con amigas y no para desesperarnos cuando alguna no avisa que llegó a su casa sana y salva.


Nacimos para poder decir que NO y para que se nos respete cada vez que lo hagamos.


Nacimos para elegir si queremos ser madres o no, o simplemente a quién amar, y no para ser juzgadas por nuestras decisiones.


Nacimos para ser independientes, sin embargo, cuando caminamos solas por la calle tenemos miedo.


Nacimos para ser libres, pero qué libertad tenemos si el abusador de Sofía está viviendo al lado de su casa y el asesino de Liliana sigue prófugo.


Nacimos para hacer justicia y alzar la voz por las que ya no están, pero juzgan a la víctima y no al victimario, cómo si el hecho de salir de noche o usar pollera fuera motivo suficiente para merecer todo lo malo que nos pasa.


Nacimos para vivir, pero cada catorce horas matan a una mujer.


Nacimos para ser mujeres, no para morir por serlo.

 
 
 
  • Foto del escritor: 𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
    𝐀𝐧𝐭𝐨𝐧𝐞𝐥𝐥𝐚
  • 14 may 2020
  • 1 Min. de lectura

Basta de creer que la felicidad depende de otro o está al lado de otro. La felicidad está en uno mismo, querer compartirla es otra cuestión, pero no deja de ser nuestra.


Basta de ocultar sentimientos, de callar por miedo, de no mostrarnos tal cual somos por temor a “no encajar”. Cada uno es como es y quien realmente nos quiere nos acepta así, sin más.


Basta de impedirnos volar y alcanzar nuestros sueños y permitir que alguien más nos quiera cortar las alas. No dejemos que nada ni nadie nos limite. mientras los pulmones tengan aire, todo se puede.


Basta de sentimientos negativos, de odio, de violencia. Todo lo que uno siente lo puede multiplicar, entonces ¿por qué no trasmitir lo mejor de uno?.


Basta de pedir que el mundo cambie, si el cambio empieza por uno mismo; nunca viene mal una limpieza al corazón.

Basta de preocuparse por cosas insignificantes, porque lo único que no tiene solución en esta vida es la muerte.


Basta de quejarnos que no tenemos tiempo si lo único que estamos dejando pasar es la vida.


Disfrutemos. Amemos. No retengamos ningún sentimiento. Soñemos que es gratis. Pero, por sobre todas las cosas, vivamos intensamente cada día como si fuera el último.




 
 
 

LET'S TAKE IT TO THE NEXT LEVEL!

© Intensamente by Antonella

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